El cambio climático está afectando a todos los países de todos los continentes. Está alterando las economías nacionales y afectando a distintas vidas. Los sistemas meteorológicos están cambiando, los niveles del mar están subiendo y los fenómenos meteorológicos son cada vez más extremos.

Queremos que en Santa Fe se protejan y conserven los recursos naturales, se promuevan modalidades de consumo y producción sostenibles, en armonía con la naturaleza y con la sostenibilidad del medio ambiente como horizonte.

En este sentido, consideramos esencial, en primer lugar, la gestión de los residuos sólidos urbanos. Durante el año 2018, la cantidad de residuos recolectados en la ciudad de Santa Fe fue de 191.655 toneladas, apenas un 1% más respecto al año anterior, según indica el Santa Fe Cómo Vamos.

En el primer semestre del año 2019 se reutilizaron 485.520 toneladas de residuos, mientras que en el mismo período del 2018 la cifra había sido de 337.520, según datos oficiales. Para profundizar la recuperación de los residuos, consideramos que es imprescindible, en primer lugar, trabajar sobre su separación en los domicilios particulares: durante 2018, el 58% de los residuos que ingresaron a la planta correspondía a recolección domiciliaria y la tasa de recupero fue del 25,7%, valor inferior al registrado en 2017. A su vez, debemos apuntar a la concientización sobre la importancia de la separación en origen y las ventajas que genera tanto al medio ambiente como al personal encargado de trabajar en la planta y quienes aprovechan económicamente los residuos.

La generación y falta de control de minibasurales merece una mención especial: en los últimos tres años se aprobaron 235 proyectos para su erradicación o limpieza en distintos puntos de la ciudad. Avanzar en su eliminación es urgente porque afectan la salud de los vecinos, contaminan el ambiente y dañan la estética urbana.

La correcta gestión de los residuos va de la mano con la mitigación del riesgo hídrico: mantener la limpieza de la ciudad ayuda a disminuir la amenaza constante que representan las fuertes lluvias y las crecidas de los ríos que rodean a Santa Fe. En este sentido, rigen en nuestra ciudad ordenanzas como la prohibición de entregar bolsas plásticas o la obligación de colocar cestos en altura, que tienen como finalidad evitar la obstrucción de los desagües, anegamientos y la permanencia en los ríos de plásticos y residuos en general.

A su vez, debemos profundizar el tratamiento de los plásticos Polietileno Tereftalato (P.E.T), avanzando en su aprovechamiento o reutilización; creemos que es posible diseñar una política que permita darles un nuevo destino a los plásticos que día a día se desechan en nuestra ciudad.

También es fundamental el aspecto vinculado a agua limpia y saneamiento. De aquí a 2030, mejorar la calidad del agua reduciendo la contaminación, eliminando el vertimiento y minimizando la emisión de productos químicos y materiales peligrosos, reduciendo a la mitad el porcentaje de aguas residuales sin tratar y aumentando considerablemente el reciclado y la reutilización sin riesgos a nivel mundial. Aumentar considerablemente el uso eficiente de los recursos hídricos en todos los sectores y asegurar la sostenibilidad de la extracción y el abastecimiento de agua dulce para hacer frente a la escasez de agua y reducir considerablemente el número de personas que sufren falta de agua. Apoyar y fortalecer la participación de las comunidades locales en la mejora de la gestión del agua y el saneamiento.

Por último, es necesario implementar estrategias de despapelización: uno de nuestros proyectos para disminuir el consumo de papel (lo que tiene un impacto positivo no solo en el ahorro dinero sino también ambiental y en la mitigación del riesgo hídrico) es la entrega de la boleta de TGI de manera digital.

Energías Renovables

Solo el 4,8% de la energía eléctrica que se consume en todo el país proviene de energías renovables. En los últimos años, han sido sancionadas distintas normativas, tanto municipales y provinciales como nacionales, para impulsar el uso de este tipo de energías: aquellas que no provienen de fuentes fósiles (como el petróleo, gas y carbón), sino que son inagotables: la energía eólica, solar (aprovechando tanto el calor como la luz), hidroeléctrica y la biomasa (materia orgánica). Tampoco producen gases de efecto invernadero ni contaminan.

Desde consideramos necesario avanzar en una normativa para incorporar sistemas de captación y/o aprovechamiento de este tipo de energías, particularmente en las obras públicas pero también incentivando su incorporación en las privadas.

También es fundamental trabajar sobre riesgo hídrico, potenciar la prevención e información sobre la vulnerabilidad hídrica. Los vínculos de las personas y sus ciudades con su entorno natural debe planificarse para lograr una relación próspera, preventiva y que incluya información certera por parte de las autoridades. La vulnerabilidad hídrica de las ciudades debe ser atendida en su máxima capacidad posible.